Si quieres permanecer sentada sin agotarte o acabar dolorida y con los ojos cansados, tienes que sentar la cabeza. No se trata de que te vuelvas más juiciosa, sino de que organices tu manera de sentarte para que todos los grandes bloques de tu estructura corporal estén alineados, como apilados unos encima de otros y todos descansen así sobre el asiento.
Pero vayamos por partes, primero el asiento. Éste tiene que estar lo suficientemente elevado para que la pelvis quede un poco más alta que las rodillas. Yo prefiero un taburete o banqueta, sí, sin respaldo. Pero para lograr estar cómodas así, hace falta desaprender a sentarse como la sociedad, a través del mobiliario y de sus costumbres, nos ha ido enseñando.
En los primeros meses de desarrollo, el bebé gracias a los reflejos de enderezamiento y la exploración del movimiento y su relación con la gravedad, va a lograr sentarse y mantenerse en esa posición. Y no necesitamos ayudarlo, sólo dejarle el espacio en el suelo para que lo logre. Y se produce una primera liberación de los brazos. Pero cuando la niña o el niño empieza a utilizar sillitas, lo va a hacer copiando lo que ve a su alrededor, es decir, un mundo de adultos penosamente sentados, o muy rígidos o desmoronados.
Por eso sentarse bien, igual que sentirse bien, requiere un poquito de atención y práctica. Vamos allá:
Siéntate sobre la banqueta y fíjate primero en cómo están tus pies. Apóyalos bien en el suelo, paralelos y a la anchura de tus caderas o un poco más. Observa ahora qué partes de tu cuerpo están tocando el asiento y cómo lo hacen. ¿Apoyan los dos lados por igual? ¿Podrías igualar el apoyo de los dos lados? No siempre es fácil, puede que haya algún acortamiento.
Nota ahora los huesos de la base de pelvis, sobre los que deberías estar apoyando. Son los isquiones, o como los llaman en inglés “sitting bones”, los huesos de sentarse. Pues los isquiones, junto con el hueso púbico, forman una especie de trébede, un triángulo sobre el que apoyar la pelvis, permitiendo que todos los demás grandes bloques se apilen uno encima del otro. De esta manera la columna vertebral mantiene sus curvas fisiológicas, mejora la respiración y los brazos tienen más libertad de movimiento.
No te olvides ahora de regular la altura de la pantalla de tu ordenador, ajústala a la altura de la nueva posición de tu cabeza, de tus ojos.
Si aparecen molestias o te resulta difícil, además de plantearte recibir unas sesiones de Rolfing y consultarme, puedes colocar una toalla o un cojín doblado debajo de los isquiones. Sentarse, algo tan sencillo, ¡pero qué incómodo nos resulta! Hasta que trabajamos a nivel fascial todo el cuerpo, porque todo el cuerpo está ocupado en mantenernos sentados, y aprendemos a sentarnos de la mejor manera posible en cada circunstancia.