El cuerpo es cambio, somos cambio, adaptación creativa al entorno siempre cambiante, y una vez más lo hemos podido comprobar en las circunstancias extremas del confinamiento. Nadie ha salido igual a como entró. Para algunas personas ese tiempo ha sido valiosísimo, tiempo descontextualizado del propio tiempo, tiempo desmarcado del reloj, tiempo para hacer lo que la agenda nunca marca. Para otras, lo sé, ha sido terrible.
Todos coincidimos en que el cuerpo cambia, es evidente: crecemos y envejecemos, enfermamos, cicatrizamos, nos embarazamos, transformación continua. También modificamos los cuerpos con tatuajes y cirugías estéticas. Pero pocos saben de la profunda transformación que pueden hacer en sus vidas simplemente aprendiendo a sentir y a mover su cuerpo de otra manera. La mayoría de las personas viven confinadas en su propio cuerpo, sintiéndolo como una carga doliente o como un mero vehículo al que tunear o llevar al taller. Esas personas se confinaron en su cuerpo, creando una serie de tensiones con las que conformaron un personaje que les sirvió para sobrevivir, pero del que ahora no pueden salir. Y es difícil desenmascarar a ese personaje, porque se va entrando poco a poco, sin darte cuenta.
Reencontrar el bienestar implica conocer esa Huella Tensional, modificarla y aprender a gestionarla en su relación con el entorno. El confinamiento ha reducido nuestro espacio y ha aumentado el miedo, ha limitado nuestros contactos y hasta casi el aire que respiramos.
Para ayudar a mis alumnas a cuidarse durante el confinamiento, creé unas microsesiones en audio-vídeo. Os repropongo ahora la primera para que dispongáis de este recurso, para que podáis sentir el cuerpo que sois no como un recluso, sino como un recurso.
Este es el trabajo que te propongo, a través de las sesiones individuales de Rolfing y de las sesiones grupales de Gesto Sentido: que conozcas tu Huella Tensional, que cedan esas tensiones y que te sientas con plenitud en tu cuerpo.
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